viernes, 8 de marzo de 2013

09 DE MARZO: ¿MARCHAR O NO?



Quienes hemos tenido el deseo y la posibilidad de adentrarnos en la historia del Club Social y Deportivo Colo-Colo, sabemos que en sus casi 88 años de existencia los éxitos y las satisfacciones no han emergido simplemente a consecuencia del azar.

El club fundado por los rebeldes ha sido por historia –y desde sus comienzos- el fiel reflejo de la lucha constante y permanente de una raza altiva que no declina ante la adversidad. Por tradición ha sido el club del indio araucano que desafía y pelea noblemente por alcanzar su objetivo y que partido tras partido se ve representado por once jugadores, que con orgullo defienden la blanca camiseta, la misma que abrazó la muerte de David Arellano, nuestro recordado fundador.

Pero inevitablemente al observar y al analizar el deteriorado acontecer del Popular, más de alguno se preguntará: ¿En qué momento dejamos de ser lo que siempre fuimos, para terminar siendo los que unos pocos nos han impuesto ser? ¿Cuándo dejamos de luchar para simplemente dejarnos conformar?

Porque aunque Colo-Colo siga luciendo al gran Cacique como protagonista en su escudo, siga utilizando los colores blanco y negro en su indumentaria y continúe haciendo de dueño de casa en el Estadio Monumental; lo cierto es que demasiadas cosas han dejado de ser como corresponde que sean, y pareciera que la imposición e inoperancia de un puñado de poderosos nos ha llevado (a los hinchas) a resignarnos en un presente que tanto institucional como futbolístico, en nada se condice con lo que nuestros padres y abuelos nos enseñaron.

Hoy el panorama que envuelve a nuestro Colo-Colo se aprecia bastante complejo por donde quiera que se le mire. Es duro decirlo pero es así. Ni el amor ni la pasión ni la absoluta lealtad por estos colores deben cegarnos en una realidad que a ratos asoma como un peligro constante e inminente… Y donde el causante de este peligro tiene nombre y apellido: La concesionaria Blanco y Negro.

Esa Sociedad Anónima que en el 2005 asumió el control y la administración del club más grande de Chile, con un discurso desbordante de profesionalismo, de responsabilidad y de éxitos; resulta que hoy con sus actuaciones y con sus decisiones han demostrado que su único y gran objetivo es destruir a Colo-Colo.

Fruto de la impotencia y de la injusticia que aquello representa, desde esa fecha hasta hoy han emergido innumerables agrupaciones y movimientos de socios e hinchas Albos que trabajan por revertir lo que a todas luces es un grave atentado a nuestro Club.

Con ahínco y muchas veces desinteresadamente, estos anónimos Colocolinos se esmeran en convencer a otros hinchas para que abran lo ojos y se sumen a esta lucha que tiene como único objetivo el salvar a Colo-Colo.

¿Pero qué ha pasado?

Hace casi dos años, cuando me propuse hacer este blog de análisis y de opinión, muy pocos hinchas comunes y corrientes éramos lo que sentíamos la necesidad de manifestar nuestra visión sobre lo que a Colo-Colo se refiere (Con salvedad de los portales periodísticos que ya todos conocemos). Por aquellos días un Colo-Colo de Todos era el más “visible” movimiento (lo pongo entrecomillas porque aun no tenían la difusión que hoy ostentan) que albergaba a aquellos socios que más interiorizados en el tema, levantaban la bandera de lucha en contra de aquellos que atentan la esencia misma de nuestro Cacique.

Con el paso de los años el esfuerzo de sus integrantes sigue presente. Inmersos en la disputa por reformar los estatutos sociales del club, en recuperar el derecho a voz y voto de los socios, en democratizar el funcionamiento de la Corporación y en sumar nuevos socios al club; los logros aunque aun no se han cumplido en su totalidad, sí se vislumbran gracias a un trabajo serio y constante que apuntan al meollo del actual problema que aqueja a Colo-Colo.

Otros, como los Socios de Arellano, constantemente han puesto sus esfuerzos en reivindicar la variante social que el club siempre tuvo y que desde la quiebra hasta hoy se ha quedado en el tintero. A ellos también mis respetos por su inagotable trabajo.

¿Pero por qué aun así las noticias no son del todo alentadoras? ¿Qué estamos haciendo mal y qué podemos mejorar? 

Personalmente me he convencido en estos años que el éxito de las grandes luchas se cimienta en la unión de sus integrantes y en la consecuencia de sus discursos. No por casualidad en distintas sociedades se han derrocado gobiernos, se han conseguido reformas públicas y también se han recuperado clubes de fútbol.

Que existan más fervientes Colocolin@s animados por recuperar a Colo-Colo me llena de alegría y de optimismo. Las caras pintadas, el parche en el ojo, los carteles con mensajes y tantas otras ideas apuntan al objetivo ya antes indicado, pero que no han pasado de ser iniciativas que durante un determinado partido se desvanecen dentro de la inmensidad.

Ideas sobran, lo que sigue faltando es UNIDAD.

El mismísimo Marcelo Barticciotto se ha cansado de divulgar su más íntima intensión de hacer algo grande, majestuoso, visible y sin violencia. Cada vez que lo veo en alguna entrevista nos motiva a repetir lo que algunos clubes argentinos han hecho (los buenos ejemplos), agrupando a sus hinchas en extensas y fervientes caminatas familiares.

Marchas que con la debida autorización logren convocar a niños, mujeres, ancianos y a la familia en general para que pacíficamente salgan a las calles no precisamente a protestar, sino que a animarnos a luchar por nuestro club. Que los lienzos, los paraguas, las camisetas y las banderas salgan de la pasividad para ser animados por hinchas consecuentes que con alegría hagan de esto un llamado a rebelarnos… ¡Tal como lo hicieron los fundadores!

Esta idea de una marcha evidentemente que no es nueva. En lo que respecta a mi persona, hace exactamente un año me comuniqué con distintos movimientos de socios e hinchas para aunar los esfuerzos por una marcha masiva, transversal, familiar y puramente Colocolina… Pero a pesar de recibir respuestas de buenas intenciones, lamentablemente fui incapaz de lograrlo. Lo cierto es que un Colocolino anónimo como yo, que no pertenece a ninguno de las agrupaciones y que su única lealtad está con Colo-Colo, parecía muy complicado que lo lograra… ¡Pero no decaigo!
 
A veces percibo que los protagonismos de cada agrupación y los recelos por las –mínimas- diferencias entre unos y otros nos hacen perder tiempo y fuerza en esta tarea que debe congregarnos a todos. 

Mi humilde invitación es a bajar los individualismos personales y a renunciar a los egoísmos grupales. Para esta labor nadie debe quedar excluido. Si es CCDT u otro movimiento el que tome las riendas del asunto da exactamente igual. Incluso pudiese formarse una directiva que agrupe a sus distintos representantes en aras de que todos sean escuchados…¡Pero tiene que haber unidad!

Todos dispersos y sin la debida publicidad que se necesita, finalmente cada esfuerzo que se despliega termina por desvanecerse sin que Blanco y Negro lo sienta como un real llamado de atención.

Sabemos que este 09 de marzo hay precisamente una marcha organizada para protestar en contra de Blanco y Negro, pero como ya lo he manifesté hace un tiempo en Twitter, personalmente me restaré de asistir.

Pero frente a mi personal decisión seguramente se preguntarán: ¿Por qué razón no participar de aquella movilización?, ¿Cómo predicar una cosa y practicar otra tan distinta?... Y la respuesta es simple: No solo unidad  es lo que está faltando (y ha faltado) entre la los hinchas Colocolinos. Mucho de lo que se carece y que resulta imperioso tener es CONSECUENCIA entre lo que decimos y lo que hacemos.

Si bien la marcha convocada persigue (públicamente) un mismo objetivo, esto es manifestarse contra la concesionaria Blanco y Negro, a mi juicio esta movilización carece de toda consecuencia por quienes la convocan.

Que Colo-Colo está por sobre todo eso no admite discusión alguna, pero sabemos que los mismos que han organizado la referida marcha son los que hasta hace muy poco eran “uña y mugre” de ByN... ¿De qué consecuencia me hablan?

Solo ayer apoyaban al cuestionado Ruiz-Tagle, al sátrapa de Cristián Varela y al ya marginado Hernán Levy; y sin embargo ahora nos intentan contar otra historia, adornada y maquillada con el amor que para nosotros significa Colo-Colo.

Aquellos que por largos años han usufructuado de Colo-Colo y del poder que éste genera. Esos que han evidenciado a la luz pública el permanente descaro de apoyar y luego morder la mano de sus más variados y contradictorios financistas. Aquellos que han profitado de un supuesto amor incondicional el que se pone entredicho en las reiteradas veces que han dañado al Club. Esos que critican los planes de seguridad en los estadios y que olvidan que fueron ellos los que hicieron inseguros los recintos deportivos. Aquellos que dicen ser hinchas a costas de un sueldo y que hoy llaman a protestar para solo recuperar el poder que han perdido simplemente no son consecuentes y por tanto no merecen marchar a mi lado... ¡Lo siento, pero no les creo nada! Y aunque no soy ni pretendo ser referente para nadie, antes que todo siempre valoraré el amor y el respeto por nuestro club, nuestra historia y nuestros ídolos.

Y digan lo que digan, prefiero luchar por el Club Social y Deportivo Colo-Colo con las herramientas que son honestas, visibles y consecuentes.

Para los que van solo desearles mucho éxito, porque sin duda que muchos de los que asistirán (por no decir la gran mayoría), aman y respetan incondicionalmente al gran Cacique. Y a los que no participaremos el llamado es a movilizarnos pronto, porque más que nunca Colo-Colo nos necesita.