Quienes hemos tenido el deseo y
la posibilidad de adentrarnos en la historia del Club Social y Deportivo
Colo-Colo, sabemos que en sus casi 88 años de existencia los éxitos y las
satisfacciones no han emergido simplemente a consecuencia del azar.
El club fundado por los rebeldes
ha sido por historia –y desde sus comienzos- el fiel reflejo de la lucha
constante y permanente de una raza altiva que no declina ante la adversidad. Por
tradición ha sido el club del indio araucano que desafía y pelea noblemente por
alcanzar su objetivo y que partido tras partido se ve representado por once
jugadores, que con orgullo defienden la blanca camiseta, la misma que abrazó la
muerte de David Arellano, nuestro recordado fundador.
Pero inevitablemente al observar
y al analizar el deteriorado acontecer del Popular, más de alguno se
preguntará: ¿En qué momento dejamos de ser lo que siempre fuimos, para terminar
siendo los que unos pocos nos han impuesto ser? ¿Cuándo dejamos de luchar para
simplemente dejarnos conformar?
Porque aunque Colo-Colo siga luciendo
al gran Cacique como protagonista en su escudo, siga utilizando los colores
blanco y negro en su indumentaria y continúe haciendo de dueño de casa en el
Estadio Monumental; lo cierto es que demasiadas cosas han dejado de ser como
corresponde que sean, y pareciera que la imposición e inoperancia de un puñado
de poderosos nos ha llevado (a los hinchas) a resignarnos en un presente que
tanto institucional como futbolístico, en nada se condice con lo que nuestros
padres y abuelos nos enseñaron.
Hoy el panorama que envuelve a
nuestro Colo-Colo se aprecia bastante complejo por donde quiera que se le mire.
Es duro decirlo pero es así. Ni el amor ni la pasión ni la absoluta lealtad por
estos colores deben cegarnos en una realidad que a ratos asoma como un peligro
constante e inminente… Y donde el causante de este peligro tiene nombre y
apellido: La concesionaria Blanco y Negro.
Esa Sociedad Anónima que en el
2005 asumió el control y la administración del club más grande de Chile, con un
discurso desbordante de profesionalismo, de responsabilidad y de éxitos;
resulta que hoy con sus actuaciones y con sus decisiones han demostrado que su
único y gran objetivo es destruir a Colo-Colo.
Fruto de la impotencia y de la
injusticia que aquello representa, desde esa fecha hasta hoy han emergido
innumerables agrupaciones y movimientos de socios e hinchas Albos que trabajan
por revertir lo que a todas luces es un grave atentado a nuestro Club.
Con ahínco y muchas veces
desinteresadamente, estos anónimos Colocolinos se esmeran en convencer a otros
hinchas para que abran lo ojos y se sumen a esta lucha que tiene como único
objetivo el salvar a Colo-Colo.
¿Pero qué ha pasado?
Hace casi dos años, cuando me
propuse hacer este blog de análisis y de opinión, muy pocos hinchas comunes y
corrientes éramos lo que sentíamos la necesidad de manifestar nuestra visión
sobre lo que a Colo-Colo se refiere (Con salvedad de los portales periodísticos
que ya todos conocemos). Por aquellos días un Colo-Colo de Todos era el más “visible” movimiento (lo pongo
entrecomillas porque aun no tenían la difusión que hoy ostentan) que albergaba
a aquellos socios que más interiorizados en el tema, levantaban la bandera de
lucha en contra de aquellos que atentan la esencia misma de nuestro Cacique.
Con el paso de los años el
esfuerzo de sus integrantes sigue presente. Inmersos en la disputa por reformar
los estatutos sociales del club, en recuperar el derecho a voz y voto de los
socios, en democratizar el funcionamiento de la Corporación y en sumar
nuevos socios al club; los logros aunque aun no se han cumplido en su
totalidad, sí se vislumbran gracias a un trabajo serio y constante que apuntan al
meollo del actual problema que aqueja a Colo-Colo.
Otros, como los Socios de Arellano, constantemente han
puesto sus esfuerzos en reivindicar la variante social que el club siempre tuvo
y que desde la quiebra hasta hoy se ha quedado en el tintero. A ellos también
mis respetos por su inagotable trabajo.
¿Pero por qué aun así las
noticias no son del todo alentadoras? ¿Qué estamos haciendo mal y qué podemos
mejorar?
Personalmente me he convencido
en estos años que el éxito de las grandes luchas se cimienta en la unión de sus
integrantes y en la consecuencia de sus discursos. No por casualidad en
distintas sociedades se han derrocado gobiernos, se han conseguido reformas
públicas y también se han recuperado clubes de fútbol.
Que existan más fervientes Colocolin@s
animados por recuperar a Colo-Colo me llena de alegría y de optimismo. Las
caras pintadas, el parche en el ojo, los carteles con mensajes y tantas otras
ideas apuntan al objetivo ya antes indicado, pero que no han pasado de ser
iniciativas que durante un determinado partido se desvanecen dentro de la
inmensidad.
Ideas sobran, lo que sigue
faltando es UNIDAD.
El mismísimo Marcelo Barticciotto
se ha cansado de divulgar su más íntima intensión de hacer algo grande,
majestuoso, visible y sin violencia. Cada vez que lo veo en alguna entrevista
nos motiva a repetir lo que algunos clubes argentinos han hecho (los buenos
ejemplos), agrupando a sus hinchas en extensas y fervientes caminatas
familiares.
Marchas que con la debida
autorización logren convocar a niños, mujeres, ancianos y a la familia en
general para que pacíficamente salgan a las calles no precisamente a protestar,
sino que a animarnos a luchar por nuestro club. Que los lienzos, los paraguas,
las camisetas y las banderas salgan de la pasividad para ser animados por
hinchas consecuentes que con alegría hagan de esto un llamado a rebelarnos…
¡Tal como lo hicieron los fundadores!
Esta idea de una marcha
evidentemente que no es nueva. En lo que respecta a mi persona, hace
exactamente un año me comuniqué con distintos movimientos de socios e hinchas
para aunar los esfuerzos por una marcha masiva, transversal, familiar y
puramente Colocolina… Pero a pesar de recibir respuestas de buenas intenciones,
lamentablemente fui incapaz de lograrlo. Lo cierto es que un Colocolino anónimo
como yo, que no pertenece a ninguno de las agrupaciones y que su única lealtad
está con Colo-Colo, parecía muy complicado que lo lograra… ¡Pero no decaigo!
A veces percibo que los
protagonismos de cada agrupación y los recelos por las –mínimas- diferencias
entre unos y otros nos hacen perder tiempo y fuerza en esta tarea que debe
congregarnos a todos.
Mi humilde invitación es a
bajar los individualismos personales y a renunciar a los egoísmos grupales.
Para esta labor nadie debe quedar excluido. Si es CCDT u otro movimiento el que
tome las riendas del asunto da exactamente igual. Incluso pudiese formarse una
directiva que agrupe a sus distintos representantes en aras de que todos sean
escuchados…¡Pero tiene que haber unidad!
Todos dispersos y sin la debida
publicidad que se necesita, finalmente cada esfuerzo que se despliega termina
por desvanecerse sin que Blanco y Negro lo sienta como un real llamado de
atención.
Sabemos que este 09 de marzo hay
precisamente una marcha organizada para protestar en contra de Blanco y Negro,
pero como ya lo he manifesté hace un tiempo en Twitter, personalmente me
restaré de asistir.
Pero frente a mi personal decisión
seguramente se preguntarán: ¿Por qué razón no participar de aquella
movilización?, ¿Cómo predicar una cosa y practicar otra tan distinta?... Y la
respuesta es simple: No solo unidad es
lo que está faltando (y ha faltado) entre la los hinchas Colocolinos. Mucho de
lo que se carece y que resulta imperioso tener es CONSECUENCIA entre lo
que decimos y lo que hacemos.
Si bien la marcha convocada persigue
(públicamente) un mismo objetivo, esto es manifestarse contra la concesionaria
Blanco y Negro, a mi juicio esta movilización carece de toda consecuencia por
quienes la convocan.
Que Colo-Colo está por sobre todo
eso no admite discusión alguna, pero sabemos que los mismos que han organizado
la referida marcha son los que hasta hace muy poco eran “uña y mugre” de ByN...
¿De qué consecuencia me hablan?
Solo ayer apoyaban al cuestionado Ruiz-Tagle, al sátrapa de Cristián Varela y
al ya marginado Hernán Levy; y sin embargo ahora nos intentan contar otra
historia, adornada y maquillada con el amor que para nosotros significa Colo-Colo.
Aquellos que por largos años han
usufructuado de Colo-Colo y del poder que éste genera. Esos que han evidenciado
a la luz pública el permanente descaro de apoyar y luego morder la mano de sus
más variados y contradictorios financistas. Aquellos que han profitado de un
supuesto amor incondicional el que se pone entredicho en las reiteradas veces
que han dañado al Club. Esos que critican los planes de seguridad en los
estadios y que olvidan que fueron ellos los que hicieron inseguros los recintos
deportivos. Aquellos que dicen ser hinchas a costas de un sueldo y que hoy
llaman a protestar para solo recuperar el poder que han perdido simplemente no
son consecuentes y por tanto no merecen marchar a mi lado... ¡Lo siento, pero
no les creo nada! Y aunque no soy ni pretendo ser referente para nadie, antes
que todo siempre valoraré el amor y el respeto por nuestro club, nuestra
historia y nuestros ídolos.
Y digan lo que digan, prefiero luchar por el Club Social y Deportivo Colo-Colo
con las herramientas que son honestas, visibles y consecuentes.
Para los que van solo desearles
mucho éxito, porque sin duda que muchos de los que asistirán (por no decir la
gran mayoría), aman y respetan incondicionalmente al gran Cacique. Y a los que
no participaremos el llamado es a movilizarnos pronto, porque más que nunca
Colo-Colo nos necesita.